En marzo de 2023, una familia de Marbella enfrentó una situación desgarradora al descubrir que los restos de sus abuelos, José y Ascensión, habían sido incinerados por error en el tanatorio de San Pedro Alcántara. José falleció hace 33 años y Ascensión hace 17, y ambos descansaban juntos en un nicho que la familia mantenía alquilado con contrato vigente hasta 2030. La situación salió a la luz cuando una de las hijas del matrimonio acudió al cementerio para limpiar la lápida y encontró el nicho vacío.
Inicialmente, la empresa funeraria ofreció varias explicaciones contradictorias. Primero, afirmaron que los restos habían sido trasladados a una fosa común debido a una supuesta falta de mantenimiento del nicho. Luego, indicaron que los cuerpos aún estaban en el cementerio y que debían ser recogidos en un plazo de tres días para evitar su eliminación. Finalmente, admitieron que un operario había confundido el número de la lápida, exhumando e incinerando los restos de José y Ascensión en lugar de los de otro difunto. Este error se debió a una confusión entre los nichos 1337 y 1437.
Consternada por la falta de transparencia y las explicaciones inconsistentes, la familia decidió emprender acciones legales. Sin embargo, hasta octubre de 2024, no habían logrado avances significativos en la investigación ni habían recuperado las cenizas de sus seres queridos. María José J. Arenas, una de las nietas, expresó su frustración al no poder cumplir la última voluntad de sus abuelos, especialmente la de su abuela, quien había manifestado claramente su deseo de no ser incinerada.
Este caso no es un incidente aislado. En octubre de 2024, en Cádiz también se reportó la confusión de dos cadáveres, lo que resultó en la incineración errónea de un hombre que debía ser enterrado en Málaga. La Junta de Andalucía abrió un expediente informativo para investigar lo sucedido y lamentó profundamente el error.
Estos incidentes ponen de manifiesto la importancia de contar con protocolos rigurosos en la gestión de restos mortales y la necesidad de una comunicación transparente con las familias afectadas. La pérdida de un ser querido ya es una experiencia dolorosa, y errores de esta naturaleza no hacen más que agravar el duelo, generando desconfianza en los servicios funerarios y en las instituciones responsables.
Es esencial que las autoridades y las empresas funerarias implementen medidas estrictas para evitar este tipo de errores en el futuro. La identificación precisa de los restos, la formación adecuada del personal y la revisión constante de los procedimientos son fundamentales para garantizar el respeto y la dignidad que merecen los fallecidos y sus familias.
Además, es crucial que, en caso de que ocurra un error, las instituciones involucradas asuman la responsabilidad, ofrezcan explicaciones claras y busquen soluciones que mitiguen el dolor de las familias afectadas. La transparencia y la empatía son fundamentales en estos procesos para reconstruir la confianza y asegurar que se honren los deseos de los fallecidos y sus seres queridos.
En resumen, los errores en la gestión de restos mortales, como los ocurridos en Marbella y Cádiz, resaltan la necesidad de protocolos más estrictos y una comunicación efectiva con las familias. Es imperativo que las autoridades y las empresas funerarias trabajen conjuntamente para garantizar que se respeten los deseos de los fallecidos y se brinde el apoyo necesario a las familias en momentos tan delicados.
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